Estrategias nutricionales para combatir el estrés térmico en vacas lecheras


Autor: Sebastián Puerta Atehortúa, MV, MBA
Gerente Zona Norte-Biotecno

El estrés térmico representa uno de los desafíos más importantes en la producción lechera moderna, especialmente en regiones tropicales en países de Centroamérica y parte de Suramérica, donde predominan condiciones climáticas cálidas y húmedas. Este fenómeno afecta de forma crítica a las vacas lecheras, comprometiendo su bienestar, así como su rendimiento productivo y reproductivo. Ocurre cuando la temperatura ambiental excede la capacidad del animal para disipar el calor, generando respuestas fisiológicas que alteran sus funciones vitales (Sánchez-Salas, 2016). Entre las manifestaciones más comunes se incluyen el incremento en la frecuencia respiratoria, la reducción del apetito, una menor ingesta de alimento y el aumento de la temperatura corporal (Callejo-Ramos, 2011).

En contextos tropicales, las vacas lecheras enfrentan episodios frecuentes de estrés térmico debido a la combinación de alta temperatura y humedad relativa, lo que intensifica los efectos adversos sobre su salud y la producción de leche (Pragna et al., 2017).

El estrés térmico repercute negativamente en múltiples dimensiones del desempeño animal:

  1. Reducción en la producción de leche: El aumento de temperatura ambiental lleva a una menor ingesta de alimento, lo que limita la disponibilidad de nutrientes esenciales para la síntesis láctea. Como consecuencia, disminuye la producción de leche, en especial en animales en plena lactancia (West, 2003). Además, la calidad composicional de la leche se ve comprometida, con reducciones en los niveles de grasa y proteína (Callejo-Ramos, 2011).
  1. Deterioro de la salud reproductiva: El estrés térmico también impacta la eficiencia reproductiva, reduciendo la frecuencia de ovulación, las tasas de concepción y alargando los intervalos entre partos (Roche et al., 2005). Estos efectos comprometen la rentabilidad de los sistemas productivos al prolongar el período seco y disminuir el número de crías.
  1. Alteraciones en la salud ruminal: Durante eventos de calor, se altera el equilibrio del pH ruminal, disminuyendo la eficiencia digestiva y afectando la fermentación de la fibra (Bauman & Grinari, 2003). La disbiosis resultante puede desencadenar trastornos digestivos y afectar la conversión alimenticia.
  1. Consecuencias económicas: Las pérdidas en producción y reproducción conllevan costos adicionales por tratamientos veterinarios, disminución en la calidad de la leche y manejo suplementario, lo cual compromete la sostenibilidad financiera de las explotaciones lecheras (Callejo-Ramos, 2011).

Dado el impacto profundo del estrés térmico, se hace imprescindible implementar estrategias integradas, tanto nutricionales como ambientales, para mitigar sus efectos. Entre las intervenciones más efectivas se encuentra el uso de aditivos que ayuden a regular el equilibrio ácido-base y a mantener la homeostasis fisiológica bajo condiciones de calor (Callejo-Ramos, 2011). En este contexto, el sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) ha demostrado ser una alternativa eficaz para apoyar la adaptación de las vacas al calor extremo (Roche et al., 2005).

El sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) actúa como un buffer dietario que estabiliza el pH ruminal, promoviendo un entorno óptimo para la fermentación microbiana y la digestión de forrajes. Además, estimula la ingesta de agua, lo cual es crucial en condiciones de estrés térmico (Goff & Horst, 2003).

Beneficios del sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) durante el estrés térmico:

  1. Estabilización del pH ruminal: Previene la acidosis y mejora la fermentación microbiana, incrementando la digestibilidad de la fibra y la eficiencia alimentaria (Kumar et al., 2024).

  2. Reducción de compuestos nitrogenados en sangre y leche: Al optimizar la eficiencia ruminal, contribuye a disminuir los niveles de urea en sangre y nitrógeno ureico en leche (MUN), mejorando la salud metabólica y la calidad del producto (Erdman et al., 2011).

  3. Mejora del balance electrolítico: Favorece la hidratación celular, un aspecto crítico en condiciones de calor, donde la deshidratación agrava los efectos negativos sobre la producción (Wildman et al., 2007).

  4. Comparación con otras fuentes de cationes: A diferencia del carbonato de potasio, que puede inducir desequilibrios minerales pese a su efecto sobre el DCAD, el sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) ofrece un perfil más equilibrado, con mejores resultados en producción y composición de la leche (Kumar et al., 2024).

Al seleccionar una fuente de sesquicarbonato de sodio, se deben considerar parámetros técnicos que aseguren su efectividad, tales como:

  • Contenido de sodio (Na): 30,4%
  • Proporciones de carbonato (47%) y bicarbonato de sodio (37%)
  • Impurezas mínimas: NaCl ≤ 0,05%, Na₂SO₄ ≤ 0,05%
  • Alta fluidez y baja tendencia a la compactación, facilitando su uso en mezclas (Genesis Alkali, LLC, 2019).

Estas características garantizan una incorporación uniforme en la dieta, cumpliendo estándares nutricionales y facilitando la formulación de raciones de alto rendimiento.

Además del control del estrés térmico, el sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) aporta beneficios en situaciones de estrés digestivo, dietas subóptimas o alta demanda metabólica. En regiones tropicales como Centroamérica y parte de Suramérica, su inclusión en dietas balanceadas puede mejorar la resistencia térmica, favoreciendo la digestión y la productividad (Callejo-Ramos, 2011).

El estrés térmico es un desafío clave en la producción lechera colombiana. El uso de sesquicarbonato de sodio (S-Carb®) representa una estrategia nutricional efectiva para mitigar sus efectos, mejorando la salud ruminal, la digestibilidad y la eficiencia productiva. Frente a otras fuentes de cationes, S-Carb® ofrece ventajas notables, consolidándose como una herramienta clave para garantizar la rentabilidad y sostenibilidad de los sistemas lecheros en climas cálidos.

Referencias

Bauman, D. E., & Grinari, J. M. (2003). Nutritional regulation of milk fat synthesis. Annual Review of Nutrition, 23, 203–227.

Kumar, B. S., Tariq, H., Mohanta, R. K., Yaqoob, M. U., Nampoothiri, V. M., Mahesh, M. S., Kumar, D., Kumar, B., Datt, C. (2024). Rumen buffers to harness nutrition, health and productivity of ruminants. En Feed Additives and Supplements for Ruminants (pp. 495–518). Springer Nature Singapore.

Callejo-Ramos, A. (2011). El confort del ganado lechero en época de calor: Manejo del estrés térmico. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.

Erdman, R. A., Pipreova, L. S., & Hoard, R. A. (2011). Corn silage versus corn silage/alfalfa hay mixtures for dairy cows: Effects of dietary potassium, calcium, and cation-anion difference. Journal of Dairy Science, 94, 3730–3737.

Genesis Alkali, LLC. (2019). Technical data sheet: Sodium sesquicarbonate. Genesis Alkali.

Goff, J. P., & Horst, R. L. (2003). Physiological changes at parturition and their relationship to metabolic disorders. Journal of Dairy Science, 86(E. Suppl), E100–E109.

Pragna, P., Sejian, V., Bagath, M., Krishnan, G., Archana, P. R., & Manimaran, A. (2017). Heat stress and dairy cow: Impact on production, reproduction and health. Journal of Animal Research, 7(3), 633–644.

Roche, J. R., Petch, S., & Kay, J. K. (2005). Manipulating the dietary cation-anion difference via drying to early-lactation dairy cows grazing pasture. Journal of Dairy Science, 88, 264–276.

Sánchez-Salas, J. (2016). Nitrógeno ureico en leche: importancia, determinación y relación con otros componentes lácteos. Nutrición Animal Tropical, 10(2), 20–37.

West, J. W. (2003). Effects of heat-stress on production in dairy cattle. Journal of Dairy Science, 86(6), 2131–2144.

Wildman, E. E., West, D. J., & Beede, J. K. (2007). Effects of dietary cation-anion difference and potassium on milk production of dairy cows under hot weather. Journal of Dairy Science, 90, 970–977.